El primer Unicornio [dia 1] [Camino a la corte]

El frío del invierno se hacía notar en los parajes del camino hacia el magnífico Kyuden Doji, sin embargo, para la comitiva Unicornio el frío quedaba atrás en las montañas del norte. El lugar, recientemente cubierto por las primeras nieves, se mostraba tranquilo y en paz. Cruzar el Imperio no era sencillo, pero la invitación a la Corte de Invierno era un pergamino que abría tantas puertas como hojas poseían los cerezos. Sin embargo, desde el camino imperial que atravesaba el Clan León, con buen ojo bushi se podía apreciar las huellas de la guerra a medida que se acercaban al territorio del Clan Grulla. Los leones acechaban sus fronteras como feroces guerreros, mientras que los grulla parecían defender sus territorios con férrea voluntad. Ambos territorios se veían afectados sutilmente por la tristeza de la batalla, aunque desde las propias carreteras principales no se apreciaba lo que más adentro mostraría la realidad.

La comitiva viajaba principalmente a caballo. Conducían en su retaguardia carros de carga y viaje. Tan extraño era ver tal espectáculo que los campesinos a su paso cesaban sus trabajos para pararse a mirar como los estandartes Unicornio ondeaban en sendos caballos de cabecera. No era demasiado concurrido, puesto que los sirvientes viajaban a pie y se habían adelantado varios días de viaje para llegar juntos hasta Kyuden Doji.

Otaku Yoko viajaba en su caballo junto a su hija Ide Sakuri. Ambas comentaban la llegada a la Corte de Invierno, y como la pequeña de la familia observaba los elementos a su alrededor, procurando entrenarse como Shugenja a cada instante. La curiosidad era algo innato en ella, que promovia cualquier idea en su interior. Su hermano no cabalgaba junto a ellos, pues la indisposición le había hecho viajar en carro.

- ¿Qué esperas encontrar en la corte de invierno Ide Naru-Sama? - La voz de su yojimbo sonaba tan tajante como el viento frío en la cara. -  La familia Doji es posiblemente la mejor anfitriona de todo el Imperio para albergar tan importante corte, el Emperador buscará esposa para su hijo y los grulla no permitirán que falle absolutamente nada. Creo que va a ser un evento digno de ver, y poseemos una gran suerte de haber sido invitados.

No era ningún secreto que Shinjo Akiko había pasado años de su educación en tierras Doji, y que tras su entrenamiento grulla sus habilidades como doncella de batalla habían ganado en agilidad y reflejos. Mantenía en alta estima a tan educado clan, pese a ello, Ide Naru sabía perfectamente que si algo fuese injusto ella lo condenaría de igual modo.

En el horizonte se podía apreciar la figura que dibujaba el enorme Kyuden Doji, la fortaleza estaba rodeada de aldeas y tierras fértiles. La actividad en Rokugan se veía mermada por el invierno, pero la expectación de la llegada de las diferentes delegaciones hacia que el ambiente exterior tuviese algo de aire festivo. Los aldeanos y comerciantes mostraban con alegría estandartes azules y blancos, dando la bienvenida a los que parecían ser los primeros en llegar a la Corte de Invierno.



Última edición por Amaterasu el Dom Mayo 21, 2023 10:25 pm, editado 1 vez

Ide Naru observaba con curiosidad los estandartes grulla. Incluso esas blanquicelestes telas mostraban una majestuosidad que los unicornios jamás podrían alcanzar. No es que lo envidiara, él era austero y estaba orgulloso de serlo, pero sí que en algún punto siempre se sentía sobrepasado por la ostentación de los otros clanes. Observó a los heimin con los colores de la casa de su señor y aunque la mayoría, como establecía el protocolo, apartaba la mirada ante la imponente cabalgata de samurái, algunos, sobre todo niños, se quedaban prendados ante el hermoso caballo blanco sobre cuya grupa se encontraba Naru. En esos escasos segundos antes de que apartasen los ojos avergonzados o fueran reprendidos, aprovechaba para provocar que el caballo agitara sus crines plateadas que centelleaban bajo el brillante sol invernal. A continuación, les guiñaba un ojo cómplice mientras sonreía. Le gustaba la gente, pero tan cerca de la corte no podía permitirse el lujo de ser, como diría Yoko, "inapropiadamente cercano".

Escuchó con atención a su yojimbo mientras sus ojos se maravillaban con la inabarcable majestuosa fortaleza grulla. Sonrió sabiendo que molestaría a la mujer con su ambigua respuesta:

- Espero encontrar mentiras, traiciones, conspiraciones, ratos agradables, situaciones memorables, honor, respeto, orgullo, sinceridad, espiritualidad, banalidad, esperanzas y decepciones. - hizo un largo silencio manteniendo su sonrisa mientras observaba a Shinjo mantener respetuosamente la boca cerrada a pesar de que no había respondido a su pregunta. La ambigüedad era algo común en Rokugan, pero no para muchos unicornios quienes se habían acostumbrado a ser claros y concisos en las Estepas Ardientes para poder sobrevivir. - Será uno de los eventos más memorables de nuestras vidas y aquí se decidirá gran parte de los acontecimientos que condicionarán el futuro al Imperio.

Estaba convencido de ello. Ninguna corte era baladí y esta en particular se planteaba difícil. La lucha encarnizada por imponer a la próxima Emperatriz solo era la batalla que ahora mismo conocían, pero se aventuraba que no sería la única.

- Pero lo importante es qué buscamos en esta Corte, Shinjo-san. - clavó sus finos ojos en los de ella con una sonrisa que daba a entender que su actitud anterior era solo una broma. - La política no es muy diferente a una batalla. Generar expectativas solo puede llevarte a la derrota. Nuestra fuerza es nuestra velocidad y nuestra capacidad de adaptación. - acarició las crines de su caballo que se deslizaron entre sus dedos - Hay que establecer un objetivo y el nuestro está muy claro - Ide movió disimuladamente la cabeza para señalar a su hija, quien se encontraba muy distraída con todos los nuevos estímulos. - Debemos concertarles matrimonios que sean lo más rentables posibles para nuestro clan y para los Ide. Con ese objetivo en mente, hay que saber con qué fuerzas contamos. En este caso, contigo y con mi familia. No nos han enviado por casualidad. Soy el único daimyo con hijos casaderos y el que objetivamente tiene más experiencia en negociar. Tú eres la unicornio que mejor conoce a los Grulla y quien nos puede cubrir las espaldas. Para mi están clara las piezas que ha querido jugar Shinjo-dono. - pausó un momento su discurso para dejarle masticar sus palabras a la samurai y aprovechó para llevarse a la boca el pellejo de agua que colgaba del costado de su montura, se secó con un pañuelo de lino que sacó del interior de su kimono y tras carraspear continuó. - Una vez hecho esto, hay que establecer una táctica inicial. Para mí están claros los pasos: primero, debemos analizar el terreno, ver los flancos más realistas que podamos encontrar y, una vez que los tengamos, cargar con toda la caballería: si un flanco se cierra, generar otro; si nos cortan el siguiente, buscar otra alternativa y así acosar al enemigo hasta que vea que su única opción es rendirse ante nuestra flexibilidad y determinación. Aunque nuestra ambición es igual de grande que la del resto de clanes, para nosotros existe más de un camino para alcanzarla.

El rostro de Shinjo se ensombreció al oír las palabras de su señor. Ni su sonrisa, ni su sorna parecía ser algo que causase diversión en ella. El carácter de Ide Naru era en ocasiones algo complejo de entender para la yojimbo. Asintió a sus palabras, comprendió que la cercanía de la Grulla cambiaría al unicornio en su expresión concisa, en cierto modo la corte ya había comenzado.

Sus ojos se abrieron de par en par al oir la verdadera respuesta que ella esperaba escuchar. Qué buscaban en esa corte, pues en cada corte se espera algo, se obtiene un favor hacia el propio clan, y estaba segura que Ide Naru volvería a Shiro Moto con grandes noticias. Cada palabra que escuchaba le entusiasmaba más, se encontraba delante de posiblemente uno de los mejores estrategas militares que el Imperio poseía, y su habilidad para la batalla era aplicable a la política. Aquel discurso era sin duda admirable.

-  Soy consciente de mi papel en este viaje, Ide Naru-sama. La familia Doji me acogió en su seno como aprendiz, al igual que los pupilos que viajaron a nuestro clan como intercambio. Conozco el Kyuden y a varios miembros de la familia, espero poder aportar todo cuanto esté en mi mano para que tu táctica de batalla, sea impecable. - Respondió aún más recta sobre su caballo, aún más solemne, pues estaba en juego mucho más de lo que podría imaginar.

El caballo de Otaku Yoko se adelantó entre ambos, quedando en medio de los dos. Sonreía con diversión mientras el suave viento hacía ondear su cabello en su delicado rostro.


- Existe más de un camino para alcanzarla, sin duda. Estoy segura que el Emperador no querrá prescindir de su caballería, ni de los acuerdos que actualmente trata con nuestro clan. El matrimonio del heredero del Emperador será el tema más importante a tratar, pero nosotros no vamos pelear en ese clanco. - Miró a Ide Naru con complicidad, no se enfrentarían a ese flanco pero sí lo controlarian en la distancia, pues del control de la totalidad del campo de batalla radica la victoria.

La conversación amena mantenía entretenidos a los unicornios en las últimas horas de viaje. Sin embargo, la pequeña Ide Saruki quedaba cada vez más rezagada en la comitiva. Su gesto había cambiado por completo, desde el entusiasmo al aparente desencanto.

Ide clavó los ojos en su esposa y su sonrisa se ensanchó. Bajo el sol invernal su piel brillaba con ese tono característico que los ungüentos traídos del oeste dejaban sobre su piel. Verla y escucharla le proporcionaba tranquilidad y confianza. Sabía que nada podría doblegarles si estaban juntos. Tiempo atrás había tenido sus reservas. Las mujeres Utaku eran dominantes y capaces de aplastar a un hombre con toda su energía, sobre todo si se trataba de alguien como él, cuya personalidad era mucho más tranquila. Ella era una dama de batalla, un ciclón en movimiento, pero a pesar de sus caracteres contradictorios y de la diferencia de edad, ambos se compenetraron muy bien. Cumplieron con el deber con su clan: trajeron dos nuevos hijos a la familia y llenaron de gloria y riqueza Shiro Ide.  “Dignos hasta la condenación.”  Ese fue su acuerdo. Cuando él le pidió la mano en el Otaku Seido y debatieron los pros y contras de su matrimonio, cuando finalmente consiguió seducirla con el prometedor futuro que podrían tener juntos, ella puso esa condición. No importaba lo que pasara, él debía ser digno de la confianza que ella depositado en su futuro marido hasta las últimas consecuencias. Nunca debía darle un motivo para que pensara que su enlace había sido un error, ya que eso supondría haber roto su promesa. La amaba y la admiraba a partes igual. Era un hombre afortunado y lo que menos deseaba en el mundo era decepcionarla.
 
-        Además existen jóvenes casaderos en todas las familias, desde los elegantes Grullas a los misteriosos Dragón pasando por los imponentes Cangrejos o los astutos Escorpiones. Tenemos mucho terreno que cabalgar y explorar, sobre todo  para evitar a los escorpiones estúpidos, los cangrejos débiles, las grullas sin modales y los dragones aburridos. – giró su cabeza viendo la cabeza cabizbaja de su hija. - Saruki, acércate.
 
Sabiendo que a pesar de todo la chica iba a responder, esperó a que se pusiera a su altura.
 
-        Eres consciente de estamos hablando de tu futuro y rehúyes la conversación. – la miró con severidad - No dices nada porque tus deseos no importan aquí, tu padre y tu madre han decidido que te casarás y en estos días determinarán con quién. Así te hemos educado y así va a ser. Cumplirás con el deber hacia tu familia, hacia tu clan y hacia el Imperio Esmeralda. - sus palabras sonaron duras, quizás porque los valores que deseaba enseñarle a los chicos no parecían haber arraigado como a él le gustaría. – Pero es un error pensar que eso significa que no puedes hacer nada. Vislumbras el destino inevitable de este camino, ahora te toca llevar tu caballo en la dirección que te haga este transito lo más agradable posible, pero, sobre todo, haga que la meta sea lo más beneficiosa para ti y para los tuyos. El deber no es incompatible con el deseo personal, el deber solo delimita las opciones que podemos elegir y en ese margen es donde debemos jugar. – extendió la mano y levantó la barbilla de su hija con un dedo para que le mirara y le destino una cándida sonrisa. – En estos días te juegas tu futuro, Saruki-chan. No voy a permitir que seas una ficha pasiva. Debes moverte, debes decidir y debes guiar nuestro discernimiento hacía tu propio interés, pues nosotros tendremos la obligación de tener en mente muchas otras cosas que nos distraerán. - clavo sus finos ojos negros en los grandes ojos marrones de ella - Someterse y rendirse nunca será una opción para una hija nuestra. Tienes las cualidades necesarias para poder cabalgar tu destino. ¿Me he explicado bien?

El porte que Otaku Yoko mantenía era recto e imponente, pero su rostro reflejaba entusiasmo. Los comentarios de Ide Naru respecto a los otros clanes provocaron una sonora carcajada que rápidamente tapó con el reverso de su mano. Saruki se acercó a su padre con el ceño fruncido al ser llamada por éste, su gesto mostraba preocupación y al acercarse Naru pudo apreciar como hasta sus manos temblaban levemente.

- Lo siento padre. - Dijo llevando la mirada al suelo. - P… - Calló de pronto al oír que continuaba hablando. Su mirada se mantenía baja mientras escuchaba las palabras de su progenitor. Tomó aire de nuevo, esta vez para quedarse en silencio.

Los acompañantes cercanos admiraban la charla del Daimio Unicornio, palabras llenas de sabiduría y cariño. Sin duda, aquel hombre era respetado y admirado por todos los Ki-Rin.

Saruki levantó la mirada cuando las ásperas manos de Naru alzaron su mentón. Asintió tan levemente que tan solo pudo apreciarse la caída de sus párpados. El respeto hacia su padre era tal que ni tan siquiera movería la cabeza que él mismo había alzado.


- Sí padre. Lo he entendido. -  Sus manos sujetaban firmes las riendas de su caballo. Su postura intentaba parecerse a la de su madre, pero aún estaba lejos de ser una guerrera solemne a lomos de aquel animal. - No os decepcionaré. Actuaré como se espera de mí, y traeré la dicha a nuestro clan y nuestra familia.

- Y así será. - Sentenció su madre con una sonrisa en sus labios, sabiendose segura de sus palabras tanto como quién ha medido cada uno de los movimientos en un tablero de Shogi. Continuaba cabalgando a buen paso, entre lo que ya parecía ser la aldea que rodeaba el magnífico Kyuden.

Saruki miró a su padre. Sus ojos hablaban por sí solos y Naru conocía a su hija como a sí mismo. Sin retirar su mirada y sin hacer más gesto, la pequeña abrió su mano derecha que hasta ahora agarraba con fuerza las riendas. En ella, Naru pudo observar el amuleto de Saruki, aquel que le regaló al inicio de su entrenamiento Shugenja como protector espiritual, estaba roto en tres partes iguales. La muchacha no se atrevió a articular palabra, sobre sus caballos nadie más podría ver su mano, y su padre sabía perfectamente que aquel hecho era un mal presagio. La sensibilidad de su hija con los espíritus había sido un don que en aquel instante deseó no poseer.